Un hombre bicentenario
Inteligencia artificial y robótica: el futuro, la ética y la tecnología a través del cine (#3)
¿Vivir 200 años?
¿Cuáles serían las consecuencias de vivir durante dos siglos? A primera vista, puede parecer atractivo, y quizá pensemos que los inconvenientes son únicamente biológicos. Sin embargo, no se trata solo de una cuestión médica, sino también filosófica, social y ética.
Si lo reflexionamos con calma, veremos que plantea numerosos desafíos y dilemas, muchos de ellos de carácter moral, a los que tendríamos que enfrentarnos. Además, cuando seamos biológicamente capaces de vivir 200 años, ¿quién sabe si ya estaremos conviviendo con robots? Y eso sí que lo cambiaría todo.
La IA y la robótica en el cine
Para reflexionar sobre inteligencia artificial y robótica, no hacen falta películas espectaculares, llenas de acción y muchos efectos especiales. A veces, solo necesitamos un buen argumento que invite a la reflexión pausada. Necesitamos una historia, sobre todo, sin distracciones, sin cuestiones superficiales que nos desvíen del objetivo. Y, si además la historia es emotiva y divertida, el éxito está casi garantizado.
El hombre bicentenario (Bicentennial Man) reúne todas estas características y es una película para todos los públicos, perfecta para introducir determinadas cuestiones éticas acerca de la inteligencia artificial (IA) y la robótica. De hecho, suelo incluir el visionado de la película como parte de la asignatura Programación, Inteligencia Artificial y Robótica en secundaria. En esta materia, los alumnos investigan situaciones donde se aplica la IA, valoran sus consecuencias éticas y sociales, y analizan críticamente las implicaciones que la programación y las tecnologías tienen en la transformación de la sociedad. Y esta película es un recurso interesante para fomentar el pensamiento crítico sobre el papel de la tecnología en la sociedad.
Un buen resumen (sin spoilers) sería el siguiente:
El hombre bicentenario narra la historia de Andrew, un robot creado para servir a una familia humana. Con el paso del tiempo, Andrew comienza a desarrollar emociones, creatividad y un deseo profundo de convertirse en humano. A lo largo de dos siglos, lucha por ser reconocido como un ser consciente, enfrentándose a dilemas éticos y tecnológicos. Su viaje lo lleva a descubrir el amor, la identidad y el significado de la vida. La película, basada en un relato de Isaac Asimov, plantea una reflexión conmovedora sobre lo que nos hace verdaderamente humanos y el valor de la libertad individual.
Como mencionaba, me gusta esta película porque está libre de distracciones y trata el tema sin rodeos. Los diálogos están cargados de reflexión; cada cinco minutos surge una conversación que aborda una cuestión particular, normalmente sobre la ética del desarrollo y uso de la inteligencia artificial en sistemas robóticos. Son 2 horas y 12 minutos llenas de planteamientos interesantes.
Isaac Asimov, Robin Williams y Chris Columbus
La película, estrenada en 1999, imagina un futuro en 2005 en el que la tecnología ha avanzado lo suficiente como para tener un robot en casa haciendo las tareas de limpieza y mantenimiento. Está basada en la novela homónima de Isaac Asimov y está protagonizada por Robin Williams, Sam Neill y Embeth Davidtz. Comparto el tráiler.
Por cierto, llama la atención la ausencia de teléfonos móviles en la película. O eso recuerdo. Parece que quisieron imaginar un futuro sin móviles. Qué maravilla.
La película fue dirigida por Chris Columbus, quien en 2001 dirigiría Harry Potter y la piedra filosofal y las dos entregas siguientes de la saga. Al parecer, Columbus reconoció que dirigir El hombre bicentenario fue un error, ya que no se considera el tipo de director adecuado para películas futuristas. Admitió que le cuesta entender el concepto de futuro y que ese género no es lo suyo. Así lo explicó en una charla con The Hollywood Reporter.
Aunque la idea de vivir 200 años puede parecer un sueño (o una pesadilla), lo cierto es que cada avance tecnológico nos acerca más a esos dilemas. Tal vez no podamos prever el futuro con exactitud, pero, como muestra la película, las preguntas fundamentales sobre nuestra identidad, libertad y moral seguirán siendo tan relevantes como siempre.